En el entorno de Tacloban (Filipinas), el tifón fue muy fuerte. Una ola se elevó e
inundó, como un tsunami, los edificios de piedra donde se refugiaban las
personas que huían del tifón. Muchas de ellas ahogadas. La gente perdió
a miembros de su familia, especialmente niños, porque no pudieron
mantenerse aferrados a sus familiares cuando la ola les golpeó.
También perdieron sus casas y sus medios para ganarse la vida. Después de un mes o dos, la mayoría comenzaron a recuperarse – a pesar de que todavía se sentían tristes. Sin embargo, entre el 5 y el 10 por ciento de las personas no se ha recuperado.
Siguen sufriendo y presentando, en gran medida, estrés post-traumático,
depresión severa y, en ocasiones, psicosis. Son éstas las personas a
las que pretendemos llegar.
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